Uno de los deportes que menos me apasionan es el boxeo. No me atrae mucho el ver que a dos personas que se ataquen a golpes hasta sangrar y en algunos casos hasta morir. No tengo nada en contra de los que les gusta el box, después de todo, en gustos y en colores no opinan los doctores. Según entiendo, es en las peleas de box, cuando el entrenador de uno de los contrincantes, arroja la toalla al ring, indicando que su pupilo está tan lastimado que no puede continuar peleando. De aquí surge el dicho que alguien ha tirado la toalla, para indicar que alguien está tan harto de algo que no desea seguir afrontando la situación. Muchas veces, la vida se nos pone cuesta arriba y en esas circunstancias podemos nosotros también estar al borde de tirar la toalla, es decir, listos para abandonar la contienda.
Hace poco tiempo atrás justamente, vi un reportaje en televisión sobre un hombre que tiene una enfermedad degenerativa en los músculos y que en cuestión de poco tiempo quedará totalmente inválido antes de que sobrevenga la muerte. El periodista le preguntó: ¿Qué piensa sobre el futuro? El hombre respondió: Nada, lo único que quiero es morir. Este es un hombre listo a tirar la toalla. Por años ha luchado contra la enfermedad y está cansado de seguir luchando. Lo único que quiere es dejar de sufrir y piensa que la muerte es su única salida.
Quizá Ud. amigo oyente, está también al borde de tirar la toalla. Puede ser a causa de una enfermedad, como el caso que yo he compartido, o puede ser a causa de un matrimonio que no funciona, o un hijo que se ha descarriado o una hija que ha escapado del hogar, o un negocio que se va a la quiebra o amistades que se terminan por los chismes, etc. Antes de tirar la toalla en cualquier situación que Ud. se encuentre, yo le invito a considerar el caso de David. Este personaje, enfrentó situaciones muy críticas en su vida. Desde joven, aún antes de ser rey, fue perseguido por el rey Saúl como lo hará una horda de cazadores a una indefensa zorra. Más tarde cuando ya era rey, también fue objeto de fuertes ataques, que provenían inclusive de su propia familia.
Este es el trasfondo del salmo que vamos a considerar en esta ocasión. Se trata del salmo 11. Este salmo tiene una sobre escritura en la cual leemos lo siguiente: Al músico principal. Salmo de David. Podemos saber entonces que David es el autor del salmo. Para captar mejor el contenido de este hermoso salmo, consideremos en primer lugar la grave situación del salmista. Se encuentra en los versículos 2 y 3 donde dice: "Porque he aquí los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón. Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?" David se encontraba perseguido y rodeado de los malos. Su situación era muy grave. La vida de David estaba en juego. El enemigo no tenía escrúpulos. Estaba dispuesto a todo. Tenía las flechas en el arco tendido. Todo era cuestión de dispararlas. Tenía las saetas preparadas en la cuerda. Todo era cuestión de dispararlas. Hoy diríamos que David estaba en la mira. Solo hacía falta apretar el gatillo. Además, el enemigo era astuto. Intentaba consumar su plan en oculto. Al amparo del anonimato, nadie sabría quien segó la vida de David. Al contemplar la gravedad de la situación, David dice: Se ha atentado contra el fundamento mismo de la sociedad. ¿Qué puede hacer una persona justa en esta situación? Ud. también amigo oyente, puede ser que esté en una situación similar y Ud. también ha dicho para sus adentros: El mundo está tan corrompido, tan sucio, tan desvergonzado, ¿Quién podrá sostenerse en pié? ¿Qué oportunidad tiene el justo para no caer en las garras de tanta maldad en el mundo? Muchos podían pensar que no existe oportunidad para los íntegros, los justos, los piadosos en este mundo, y han tirado la toalla y se han dejado arrastrar por la corriente de este mundo. De hecho, David tenía alguno amigos que le estaban aconsejando justamente que tire la toalla.
Consideremos en segundo lugar la gran sugerencia de los amigos del salmista. La encontramos en la segunda parte del versículo 1 donde dice: "¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? Amigos hay de todo tipo. Algunos son buenos, otros son más o menos y otros son malos. La mayor parte de los amigos caen en la segunda o tercera categoría. David tenía ese tipo de amigos. Al ver la grave situación de David, los amigos se le acercaron y quizá poniendo sus brazos sobre el hombro de David le susurraron al iodo: Querido, David, es muy grave lo que estás enfrentando. Tu vida está en peligro. Lo mejor es que escuches nuestro consejo. Nos parece que deberías empacar tus cosas del palacio y partir a algún lugar distante, donde estés lejos de tus enemigos, lejos de toda esta situación tan grave. Con amigos así, para qué enemigos, digo yo. Yo no sé si los amigos de David tenían buenas intenciones o no, porque a lo mejor querían deshacerse de David, para pescar a río revuelto.
Nosotros también podemos tener amistades como David. Gente que por ejemplo aconseja a una esposa a divorciarse porque ya no hay esperanza en el marido. Gente que aconseja a un pastor a abandonar la iglesia porque no tiene caso el seguir luchando contra la inmoralidad de los creyentes que allí se congregan. En definitiva es gente que nos susurra al oído que tiremos la toalla porque no hay esperanza. ¿Qué hizo David? ¿Tiró la toalla? Absolutamente no.
Consideremos pues la gloriosa seguridad del salmista. Se encuentra en la primera parte del versículo 1 y después en los versículos 4 a 7. Al oír el consejo a tirar la toalla, David dijo: "En Jehová he confiado. Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro." David era un hueso duro de roer. Hablarle de tirar la toalla para él, era un insulto. No porque se sentía fuerte en sí mismo, sino porque tenía puesta su mirada en Dios. En Jehová he confiado, fueron sus palabras. David había puesto su confianza en Jehová. David se sentía seguro en Jehová. No había razón válida para rendirse ante las adversidades. Recuerde amigo oyente que si Ud. tiene a Dios lo tiene todo y si Ud. no tiene a Dios no tiene nada.
Acto seguido, David da algunas razones para haber confiado en Jehová. Jehová está en su santo templo, en su trono en el cielo. No puede haber lugar más seguro. Aun cuando la tierra toda desaparezca, Dios en el trono del cielo no es afectado por eso. Vale la pena confiar en Jehová. Es el mejor refugio que uno puede encontrar. Pero además de que Jehová está en su trono en el cielo, Jehová también mira y examina atentamente lo que hace el hombre. Jehová no ha descuidado cada detalle de la actividad de cada ser humano en la tierra. La Biblia Dice que aún la cantidad de cabellos de cada persona es conocida por Dios. Jehová está atento a las obras malas de los malos y a las obras buenas de los justos. Esto es de gran consuelo para los justos y debe ser de gran preocupación para los malos. Por eso dice David que Dios prueba al justo pero en cambio pobre del malo, por eso el malo o el que ama la violencia es odiado por Jehová. Consecuentemente, Jehová castigará al malo. Lo hará por medio de hacer llover calamidades sobre él y como si esto fuera poco, hará que descienda fuego, azufre y viento abrasador. Este será el cáliz que deberán beber los malos. De esta manera Jehová será hallado justo, porque ama la justicia. Por ende los rectos mirarán el rostro de Jehová en el cielo. Por todo esto, David confió en Jehová y le pareció absurdo tirar la toalla o rendirse ante los problemas. Y David tenía toda la razón.
Ud. también amigo oyente, no tire la toalla, no se rinda, no huya de los problemas. Confíe en Jehová. El no ignora nada de lo que pasa con Ud. y lo que hacen los que le oprimen. Algún día el dará la recompensa a los justos y el castigo a los malos. La solución a los problemas no radica en huir de ellos. La solución a los problemas radica en refugiarse en Jehová. Él está esperando con los brazos abiertos. Si Ud. pone su confianza en Jehová, al igual que David, le parecerá un insulto que alguien le diga que tire la toalla.
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