domingo, 28 de septiembre de 2014

Dios Resuelve Nuestro Profundo Dilema


Este es el dilema de Dios. Él nos ama a Ud. y a mí, pero nosotros somos pecadores; y así como somos, no podemos ir al cielo cuando muramos. Pero Él quiere perdonarnos; para un Dios santo, eso representa un dilema. ¿Cómo puede un Dios santo dejar entrar a pecadores al cielo?

¿Cómo puede un dios santo dejar entrar a pecadores al cielo?

La santidad de Dios demanda que Él castigue nuestro pecado. Su justicia demanda que Él lleve a cabo la sentencia que pesa sobre nosotros por ser pecadores, la cual es muerte eterna y el estar separados de Él por la eternidad. ¿Cómo podría Él satisfacer las demandas de Su santidad y Su justicia para hacer posible que Ud. y yo vayamos al cielo cuando muramos?
¿Ha estado Ud. alguna vez en un dilema similar?
A lo mejor algunas mamás han estado en una situación algo similar. Digamos que sus hijos han estado fuera de casa en un día de primavera, jugando con la lluvia y el barro. Los hijos han tenido un buen tiempo haciendo lo que han querido. Como resultado están literalmente cubiertos de barro de pies a cabeza. Su situación es calamitosa. El barro se ha pegado a sus zapatos y se hace difícil despegarlo. Los niños ni siquiera saben donde están los ojales de sus abrigos.
Para complicar más las cosas, los niños han terminado de jugar y desesperadamente entra a la casa, sí a su casa, su brillante, reluciente y límpida casa. Ud. ciertamente ama a sus hijos, pero a pesar de eso, se parará en la puerta y dirá: "No, Uds. No pueden entrar a esta casa así como están. Primero tienen que quitarse todo ese barro que traen encima antes de poder entrar a la casa."

El problema es que los niños están tan cubiertos de barro, tan sucios y tan imposibilitados de remediar su situación que ni siquiera pueden quitarse la ropa sucia.
¿Qué hará Ud. en esta situación? Pues no le quedará otra cosa sino proceder por Ud. mismo a limpiarles. Les sacará la ropa sucia y le pondrá ropa limpia.
Ha sido Ud. mismo quien ha resuelto el problema, no los niños. Esto es justamente lo que hizo Dios pero en mucha más gran escala, para resolver el problema de nuestro pecado.

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