lunes, 27 de abril de 2015

ESTUDIO SOBRE EL SALMO 7 1ra parte

Los problemas son tan grandes como uno quiera verlos. ¿Conoce a personas que hacen una tormenta en un vaso de agua? Este tipo de personas ven a las pequeñas dificultades como si fueran enormes obstáculos. Tienen una perspectiva distorsionada de los problemas. Una persona que es un ejemplo en cuanto a esto de mirar a los problemas en su verdadera dimensión fue David. En el Salmo 7 en su primera parte, nos va a mostrar como podemos aprender a ubicar a los problemas en su verdadera dimensión para no mirarlos más grandes de lo que son ni tampoco más pequeños de lo que son.

Abramos pues nuestras Biblias en el Salmo 7. En esta ocasión nos limitaremos a los primeros 9 versículos. Antes de examinar el contenido de este pasaje bíblico, echemos un vistazo a la sobre escritura de este salmo. Dice así: Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de Cus hijo de Benjamín. La palabra Sigaión no tiene un significado muy claro. Parece que es una alusión a un canto místico. Este canto fue entonado por David y el tema central gira alrededor de las acusaciones infundadas proferidas contra él por un hombre que se llamaba Cus de la tribu de Benjamín. Se asume, hasta cierto punto gratuitamente, que este tal Cus era un alto funcionario de Saúl y que desempeñó un papel importante en la persecución a David. Muy bien, dicho esto vayamos a examinar el contenido de esta parte del salmo 7. Lo que encontramos es que a raíz del problema causado por Cus, acusando a David infundadamente, David da tres miradas, cuyo orden es vital que lo consideremos con detenimiento.

Primero una mirada hacia Dios, segundo una mirada hacia sí mismo y tercero una mirada hacia sus enemigos. Ponga atención al orden porque es importante. Al verse en medio de la dificultad, en medio del fuego de la prueba, en medio del gran problema, David no puso su mirada en los problemas sino en Dios quien tiene control de los problemas. Igual debemos hacer Ud. y yo. Para no permitir que los problemas aparezcan más grandes de lo que son, o más pequeños de lo que son, es necesario quitar la mirada de los problemas y poner la mirada en Dios. Observemos entonces como David puso su mirada en Dios al verse en problemas. Salmo 7: 1-2 dice: "Jehová Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame, no sea que desgarren mi alma cual león, y me destrocen sin que haya quien me libre." David sabe que está en problemas, David sabe que este sujeto de nombre Cus le había acusado gravemente. Lejos de tomar la justicia en su propia mano, convocar una reunión para aclarar las cosas y publicar por toda la tierra que él era inocente de lo que le acusaban, David pone su mirada en Dios. De una forma muy tierna y personal dice a Dios: Dios mío, en ti he confiado. Yo no tengo poder para enfrentarme a mis enemigos. Yo no puedo lavar mi nombre por mi mismo. Señor pelea tú por mi. Sálvame de todos los que me persiguen, de todos los que buscan mi vida para matarme. Líbrame de ellos, porque si no lo haces, ellos me alcanzarán como león a la presa y me destrozarán sin misericordia. David está aprovechando del poder de Dios para ser librado. David está poniendo en Dios su mirada. Hace algunos años atrás, yo fui objeto de las acusaciones infundadas de personas anónimas. Mi primera reacción fue investigar de quien partieron esas acusaciones para darles su merecido. Después pensé en cómo defenderme para que mi nombre no siga siendo pisoteado. En algún momento pensé publicar un comunicado de prensa en los periódicos para explicar que todas las acusaciones en mi contra eran falsas. Oh cuanto daño pueden causar las acusaciones falsas. Pero gracias a Dios que lo medité y como David llevé mi causa al trono de la gracia. Dije a Dios: Señor tú sabes que todo esto es pura falsedad. Señor tú sabes quien ha iniciado todo esto y con qué propósito. Señor, pelea tú por mí. Señor te encargo mi defensa. Yo no puedo hacer ninguna otra cosa sino quedarme quieto y esperar en ti. Esto fue el inicio de la solución al problema. Dios se encargó de parar los rumores falsos y restaurar mi honor. Me imagino que Dios habrá retribuido con creces a los que me atacaron. Gracias a Dios que nunca llegué a saber a ciencia cierta quienes eran. Algo parecido es lo que David está haciendo al poner su mirada en Dios. David quiere que Dios se encargue de su situación. David está confiando en Dios para la solución de su problema.

Pero David no solamente puso su mirada en Dios sino que también puso su mirada en sí mismo. Salmo 7: 3-5 dice: "Jehová Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad; si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo (Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo), persiga el enemigo mi alma y alcáncela; huelle en tierra mi vida, y mi honra ponga en el polvo." A veces, los problemas que vienen a nuestra vida son consecuencia directa de nuestro pecado. Por eso es recomendable que cada vez que venga una situación difícil a su vida, luego de poner la mirada en Dios Ud. ponga la mirada en Ud. mismo, en su corazón, para ver si hay algún pecado no confesado, algún pensamiento impropio, alguna actitud contraria a la palabra de Dios. Si Ud. encuentra algo de malo allí, adentro, sólo donde Ud. y Dios pueden entrar, entonces es necesario reconocerlo y confesarlo y es muy probable que el problema que tiene se solucionará. David se miró a sí mismo, y vio que todo lo que decían de él era falso. Sus manos estaban limpias de lo que le acusaban; no había indicio alguno de que él hubiera traicionado a alguien. Mas bien había hecho favores a quien no lo merecía. Quizá esto fue una alusión a la ocasión cuando perdonó la vida a Saúl. Por tanto, al mirarse a sí mismo, David no encuentra un pecado escondido. Si hubiera pecado escondido, David dice que estaría bien que el enemigo le persiga y le alcance, que lo tire al suelo y le humille y termine por poner su honra en el polvo. Esto sería el pago merecido de su maldad. Pero como David era inocente de todo lo que le acusaban, entonces no era justo ser perseguido. Por eso es que ahora David va a poner su mirada sobre sus enemigos.

Después de poner su mirada en Dios y después de poner su mirada en sí msimo, recién allí David dirige su mirada al enemigo. Ahora estaba en perfecta condición como para tratar con el enemigo. Salmo 7: 6-9 dice: "Levántate, oh Jehová, en tu ira; álzate en contra de la furia de mis angustiadores, y despierta en favor mío el juicio que mandaste. Te rodeará congregación de pueblos, y sobre ella vuélvete a sentar en alto. Jehová juzgará a los pueblos; júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia, y conforme a mi integridad. Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; porque el Dios justo prueba la mente y el corazón." David ve a sus enemigos como perros salvajes que le acosan. Habla de la furia de sus angustiadores. Pero no hay razón para tener miedo, porque allí está Jehová su Dios, quien se levantará en su ira. Jehová está presto a derramar su juicio sobre los enemigos de David. Después David recurre a Dios para que como Juez justo que es, lo declare inocente de todas las acusaciones de sus enemigos. David ve a Dios convocando a las naciones y sentándose en el lugar alto, en el trono del Juez. Desde allí, Jehová juzgará a David. El juicio será conforme a la justicia y a la integridad de David. Esto no significa que David se sentía absolutamente justo y santo y libre de todo pecado. Solamente Dios es justo, santo y libre de todo pecado. Lo que David está diciendo es que él era inocente de toda esa andanada de acusaciones falsas que había proferido contra él. Como David sabía que estaba limpio de todas las acusaciones, está seguro que el veredicto de Juez justo, Jehová, va a ser a su favor. Por eso dice: Fenezca o muera o desaparezca la maldad de los inicuos, de sus enemigos y establéceme porque soy inocente o justo en aquello que me han acusado. Dios es alguien que no sólo se guía por las acciones sino que puede discernir lo que hay en la mente y el corazón del hombre. Es decir en lo más íntimo del ser humano. Hasta aquí llegamos en el contenido de este salmo. ¿Qué hacer ante la presencia de la adversidad? Antes de mirar cuán grave o cuan severa es la adversidad, debemos mirar a Dios quien tiene el control de la adversidad, luego mirarnos a nosotros mismos para ver si la adversidad es el resultado de algún pecado que hemos cometido, recién allí debemos evaluar la adversidad para dejarla en las manos de Dios para que él se haga cargo. El ciertamente sabe como manejar la adversidad porque en definitiva, fue Él quien la diseñó y la trajo para cumplir un buen propósito en nuestras vidas. Enunciar y entender este principio es muy sencillo, pero otra cosa es ponerlo en práctica. Le desafío a que lo haga. ¡Funciona!.

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